Historias

“Los trabajadores en la industria lechera indocumentados quieren que se les reconozca todo el trabajo duro que realizan; quieren vivir sabiendo que tienen la protección de no ser deportados.”

A cheerful woman stands before a flag, expressing joy and a sense of belonging.
Testimonio de Ivette que relató mientras presionaba a favor de la Ley de Modernización de la fuerza laboral Agrícola en Washington, DC (2019)

Los trabajadores indocumentados del sector lácteo quieren que se les tenga en cuenta por el duro trabajo que realizan; quieren vivir sabiendo que tienen la protección de no ser deportados. Mi marido lleva 20 años en la industria láctea y yo también llevo muchos años trabajando en este sector. También he trabajado empaquetando melones y almendras. Trabajar en el sector lácteo es un trabajo duro: cuidamos de las vacas cuando están enfermas, les cortamos las uñas y nos ocupamos de ellas. Es un trabajo duro; no hay mucha gente dispuesta a trabajar en el sector lácteo.

Para las mujeres lecheras, el simple hecho de ir al baño es difícil. Normalmente sólo hay baños para hombres y es incómodo. Los hombres pueden orinar en cualquier sitio, pero las mujeres no pueden hacer lo mismo. Llego al trabajo con mi marido, así que le pido que me acompañe al baño porque no quiero arriesgarme a que los hombres me digan algo inapropiado.

Los trabajadores indocumentados simplemente quieren saber que tendrán un sentido de protección para ellos y sus familias. Mi esposo tiene familiares que trabajan en el sector lácteo en Indiana, Colorado y California, muchos de los cuales sólo tienen DACA y necesitan un estatus permanente. Estoy aquí para representar a todos los lecheros y lecheras que quieren que sus voces sean escuchadas; quieren ser contados y tomados en cuenta cuando se habla de mejores lugares de trabajo cuando se habla de acoso sexual y quieren tener oportunidades en la agricultura.

Nuestro trabajo es tan valioso en el sector lácteo que mi marido no pudo llevarme al hospital el día que me rompió la nariz una vaca que pateó una puerta ante la que yo estaba. En su lugar, tuve que llamar a otra persona para que viniera a recogerme. Aunque tengo estatus legal, insto a que se apoye la legislación porque es importante. Escucho historias de niños que son separados de sus padres porque nunca llegan a casa del trabajo y empiezo a echar de menos a mi hijo de 13 años que está en casa y del que nunca me he separado. Tengo el privilegio de ser ciudadana y no corro ese riesgo de separación. Yo no me beneficio de este proyecto de ley; mi hijo, mi marido y todos mis familiares cercanos tienen estatus legal, pero me pongo en la piel de los padres indocumentados porque es importante.

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